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Sin recursos, los intendentes le ponen el cuerpo a la crisis y salen a dar la lucha contra la pandemia

Con la certeza de que Alberto Rodríguez Saá no les dará el oxígeno de los fondos, se rearman como pueden para encarar la tercera etapa de la cuarentena que será más dura.

Arriba. Martín Olivero (La Punta), Jorge Videla (Juana Koslay) y Jorge Fernández (Tilisarao). Abajo. Maxilimiano Frontera (Villa Mercedes), Daniel Orlando (Potrero de los Funes) y Juan Álvarez Pinto (Villa de Merlo).
Actualizada: 13/04/2020 00:39
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Por Daniel Miranda

El último monólogo virtual del gobernador fue esclarecedor para los intendentes que hora a hora ponen a prueba el crédito que da tener una relación directa con los vecinos. Son los primeros que contienen y el escudo que bloquea las demandas al Gobierno.

Se convencieron que están solos y que el Gobierno es un aliado para la foto porque no drenará fondos a los presupuestos locales.

Lo qué pasa y lo que se viene.

“Hoy para mí es más importante la comida que el coronavirus”, el lacónico comentario de un cuentapropista padre de cinco hijos (excluido IFE) a un comisionado se replica en algunas ciudades y pueblos.

Los intendentes saben que ya cabalgan una fase más difícil y será cuesta arriba no solo por todo lo que significa el frío. Al lado del frente sanitario se instala el social.

Desde la línea de fuego se ocupan de varias medidas de prevención básicas de la pandemia del coronavirus y ahora asumen la responsabilidad del control de los precios. Ni a la Nación ni a la Provincia les preocupa encarnar el rol de gendarme para cuidar el bolsillo de los ciudadanos porque no asignan a los organismos de Defensa del Consumidor las herramientas básicas para cumplir la misión.

Ningún intendente saldrá a decir que está “al borde default” y desbocado pedirá fondos. Ni siquiera los opositores a los que Rodríguez Saá les quitó los Aportes del Tesoro Nacional para darse el gusto de reconstruir la réplica de la Casa de Tucumán cruzaron la línea para presionar públicamente por recursos. Probablemente esperaban que desde Terrazas del Portezuelo tomaran la iniciativa.

La pandemia demanda “hasta acá en términos generales el triple de los recursos habituales” que gestionan las comunas. El gasto social se quintuplicó. El servicio de limpieza requiere insumos y a los camiones de la basura hay que llenarles el tanque. Ahora el combo incluye desinfección, mayor cantidad de bolsones reforzados de alimentos y presencia en zonas suburbanas y rurales. En varios casos tuvieron un papel activo tras la improvisación nacional y provincial que se desembocó en un caos el día de cobro de los jubilados. Tampoco se desentienden de las limitaciones de los hospitales locales.

Con las cartas en la mesa porque la Nación manda $3 mil millones al Gobierno para cubrir los gastos de la pandemia, Daniel Orlando tomó impulso en la Semana Santa. Quiso saber si ese dinero fresco iba a llegar a los municipios y chocó con una respuesta que mantiene la desconfianza. La jefa de Gabinete de ministros, Natalia Zabala Chacur le dijo “no” e introdujo una dudosa justificación: “Si ustedes están mal, nosotros también”. ¿Qué significa “nosotros también” si la Provincia tiene un fondo anticrisis? ¿Qué significa “nosotros también” si la Nación está compensando la caída de la coparticipación y la recaudación local?

En síntesis los municipios no tienen recursos propios porque la recaudación es cero, la raquítica coparticipación municipal se desplomó hasta un 32% y los que tenían o tienen algunas reservas (plata, alimentos, cuenta corriente en comercios y farmacias) se agotan. “Ya empecé a rascar la olla”, le dijo un jefe comunal a El Chorrillero para graficar donde está parado.

Ese cuadro no experimentará variaciones alentadoras en las próximas semanas, todo lo contrario. La gente empezó a cobrar el Ingreso Familiar de Emergencia nacional de $10 mil y en “el mejor de los casos alcanza para quince o veinte días”. Se sumarán a los trabajadores que están con “la soga al cuello” al quedar afuera del bono otorgado por única vez.

Un intendente se detuvo en un detalle, aclarando que no es momento para encender mechas: “Casi todas las donaciones van arriba (por el Gobierno provincial) y no a los municipios que son el dique de contención”.

Más allá de los nombres el denominador común de oficialistas y opositores es la prudencia y la frágil situación financiera. Un extracto de las definiciones que tuvieron varios en diarios digitales y radios esta semana sirve de muestra:

– “Es minuto a minuto, es una situación extremadamente difícil, ninguno de lo que estamos vivos ha pasado por esto, se va trabajando día a día. La situación económica es tremenda, durísima, pero tenemos que estar todos presentes. Está la circunstancia de los trabajadores informales. No tenemos ingresos y sabemos que la coparticipación y la recaudación nacional han bajado. Acá lo que debemos privilegiar es la salud”.

– “Comienza a complicarse la cuestión económica dado que no hay recaudación y la coparticipación empieza a caer. A fin de mes debemos pagar sueldos y hacer frentes a gastos y compromisos propios del municipio”.

– “Compramos alimentos e insumos de limpieza y armamos 1.000 bolsones, nos quedan 400”.

– “Desde el municipio repartíamos 20 bolsones por mes, ahora entregamos 200”.

– “Hace casi un mes no generamos recursos propios porque las bocas de cobro están cerradas. La coparticipación provincial cayó en marzo un 32% comparado con febrero y en abril calculamos entre un 50 y 60%”.

– “Al comedor municipal asistían 40 niños, ahora atendemos a 120.  Repartíamos 50 bolsas de mercadería, ahora 250”.

– “Si nosotros no recibimos una ayuda, no llegaremos a pagar los sueldos”.

– “Hay que pensar en medidas económicas para el sector privado”.

– “Es complejo el escenario. Veníamos haciendo las cosas en un marco de austeridad por lo cual podemos cubrir las necesidades de los vecinos”.

“Está encerrado, fascinado con las estadísticas. Como se quedó con todo (Gobierno y municipios) cree que puede solo con todo. La efectiva fórmula de cerrar los grifos y abrirlos tres meses antes las elecciones, no puede permitirse en esta cruzada”, advierte el dirigente que accedió a conversar con El Chorrillero. Y a continuación subraya: “Ninguno de nosotros solicita más de lo imprescindible porque sabemos que más de eso no nos daría. Estamos curtidos y acostumbrados a manejarnos con lo que nos toca”.

Hasta los opositores vienen reiterando en los muros de sus redes sociales personales la necesidad de trabajar junto a Rodríguez Saá. Son gestos que no están encontrando reciprocidad.

Tras la teleconferencia del jueves el clima no es el mismo.

El gobernador los felicita en las transmisiones del canal y la agencia oficial, dice que “siente orgullo” de ellos y está “muy contento por las reuniones” virtuales. Pero cuando se apagan las cámaras de la “cadena diaria” es otro Rodríguez Saá el que aparece en las teleconferencias. No conversa con los intendentes. Termina la rutina y se va. No dialoga, no los escucha.

Los intendentes, salvo excepciones, están cuerpo a cuerpo sosteniendo la cuarentena.

El Gobierno está sentado sobre el tesoro y no coparticipará a las 64 ciudades y pueblos el dinero que la Nación afectó a San Luis para la emergencia.

Rodríguez Saá gestiona la crisis con el informe nocturno que reproducen en cadena la mayoría de los medios. Ya hubo una señal de que el blindaje mediático sostenido por la pauta oficial no es suficiente: el jueves 2 anunció por los medios que había diseñado un operativo especial para garantizar el cobro de jubilados. Al día siguiente por la negligencia oficial nacional y provincial se rompió la cuarentena. El sábado 4 los intendentes se ocuparon del cuidado de los abuelos mientras esperaban en las filas (aportaron sillas, café, mate cocido, agua).

San Luis es una de las pocas provincias que no implementa medidas sociales y para el sector productivo. Sigue descansando sobre el presupuesto nacional.

Esta tarde el gobernador se volverá a comunicar con los intendentes para informarles “las estrategias de prevención para la cuarentena focalizada”.

Un Gobierno con plata y ausente con municipios pobres e intendentes presentes.

 

 

 

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